historia halitosis Si bien la expresión mal aliento es la más comúnmente usada, el término médico que define un aliento desagradable es halitosis. El vocablo apareció por primera vez en 1921, en el rótulo de un enjuague americano y es el resultado de la combinación de la forma latina halitus (aire espirado) con la terminación griega –osis (sufijo usado para describir una alteración patológica). A pesar de que el término médico halitosis es relativamente reciente, se trata de una de las patologías más antiguas y problemáticas que se conocen por su fuerte impacto social. Efectivamente, algunas referencias a la halitosis están datadas hace miles de años. En su inmensa mayoría se trata de alusiones a aspectos sociológicos vinculados a la religión o las normas sociales, además de tabúes y cuestiones afectivas que se encuentran diseminadas en la más variada literatura y dicen mucho de las distintas culturas. Sin embargo, merece la pena destacar que son casi inexistentes las referencias a los aspectos médicos de la halitosis, especialmente a las causas, el diagnóstico o el tratamiento. A lo largo de varios siglos, la halitosis se encontró asociada a situaciones fatídicas, como anuncio de desgracias. En tiempos bíblicos, Job (19:17), tras ser azotado por las peores tragedias, como la muerte súbita de todos sus hijos y la pérdida de todas sus riquezas, se lamenta: “Mi mal aliento se volvió intolerable para mi mujer”. También existen alusiones a la halitosis como algo revelador de la naturaleza psicológica y moral de una persona. Hipócrates de Cos (460-377 a.C.), considerado el padre de la Medicina, insistía en que todos los jóvenes debían tener un aliento agradable, pues lo consideraba un indicador del grado de dulzura interior y del estado de pureza del alma. La halitosis también ha sido descrita como un factor que puede perturbar la relación conyugal. A través de un personaje, Demaenetus, el dramaturgo Tito Mácio Plauto (230-180 a.C.) alude a esta patología como una causa de rechazo en el seno de la pareja. En particular, el personaje censura públicamente el mal aliento de su esposa: “Preferiría beber agua de la alcantarilla antes que besar a mi mujer.” El filósofo Plutarco (6-120 d.C.), en su obra Moralia (Obras morales y de costumbres), cuenta que el tirano Hieron de Siracusa, después de haber sido informado por el médico sobre su mal aliento, reprendió a su mujer diciendo: “¿Por qué no me advertiste de que mi mal aliento te molestaba cada vez que te besaba?” A lo que su mujer contestó: “Siempre pensé que todos los hombres olíais así…” Por su parte, el Talmud, un importante libro de la ley judaica, tiene registros con una antigüedad de más de 2000 años que establecen que el contrato matrimonial (ketubah) puede ser legalmente anulado en caso de que uno de los cónyuges padezca halitosis. Como las leyes relativas al divorcio en el actual Estado de Israel están fundamentadas en la norma religiosa, la halitosis puede ser aludida, en el presente, motivo justificado para la separación judicial de una pareja. William Shakespeare fue muy lejos al comparar la halitosis con la pronunciación de palabras de cariz ofensivo. En la comedia Mucho ruido y pocas nueces, escribe (Acto V, escena 2): “…palabras agrias no son más que viento agrio, y viento agrio es sólo aliento agrio, y como el aliento agrio es desagradable, por consiguiente, me marcho sin que me beséis.” En la primera mitad del siglo XX, George Orwell en El camino a Wigan Pier (capítulo 8) alega: “Puedes sentir afecto por un asesino… pero no puedes sentir afecto por un hombre cuya boca apesta, que habitualmente apesta. Por mucho que desees lo mejor para él o admires su mente y su personalidad, si su aliento apesta, él se volverá horrible y, en el interior de tu corazón, lo odiarás”. Las religiones con más expansión e influencia a nivel mundial atribuyen a la halitosis una connotación espiritual negativa. Los sacerdotes judíos con halitosis, por ejemplo, tenían prohibido realizar cualquier servicio que fuera considerado sagrado. La teología islámica enfatiza la importancia de limpiarse los dientes con un miswak (palito de madera) durante los períodos de ayuno, con la intención de prevenir la halitosis, especialmente en el periodo de consagración del Ramadán; en este sentido, se atribuye al profeta Mahoma la expulsión de un congregante de una mezquita por el intenso olor a ajo que desprendía su aliento. Los monjes budistas radicados en Japón recomiendan la higiene oral, incluyendo la limpieza de la lengua, como forma de prevención de la halitosis antes de las primeras oraciones matinales. También los hindús, que consideran la boca como la puerta de entrada del cuerpo, sustentan que debe mantenerse siempre limpia, especialmente antes de las oraciones. Al recorrer las diversas culturas y civilizaciones, se percibe un denominador común en relación a la halitosis: se trata de una cuestión que produce un fuerte rechazo. Con el establecimiento de la mentalidad victoriana del siglo XIX, la tolerancia a los malos olores disminuyó considerablemente, especialmente en relación a los olores resultantes de la mala higiene o las condiciones sanitarias deficientes. A día de hoy, la presión sobre la imagen personal ha ido en aumento por la influencia de los medios de comunicación y las campañas publicitarias que los utilizan como vehículo. Y “tener una buena imagen” implica “tener un buen olor”. Junto a otras enfermedades de las que nos avergonzamos, la halitosis se vuelve más indeseable que nunca.

Artículos científicos de interés:

Elias MS, Ferriani MG. Historical and social aspects of halitosis. Rev Lat Am Enfermagem 2006;14:821-823. Bosy A. Oral malodor: philosophical and practical aspects. J Can Dent Assoc 1997;63:196-201. McKeown L. Social relations and breath odour. Int J Dent Hyg 2003;1:213-217.
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By | 2017-02-22T13:05:59+00:00 abril 2nd, 2016|5. Sociedad|0 Comments

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Investigo el aliento humano, soy autor del reconocido protocolo HCP Arthyaga® para el diagnóstico y el tratamiento de la halitosis. Desde el año 2007 dirijo el equipo del Instituto del Aliento - Breath Research. Estoy comprometido con la labor de sensibilizar a la sociedad para que empecemos a hablar de la halitosis sin tabús.

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