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Mi historia 2018-03-05T11:57:58+00:00

Soy Jonas David C G Nunes. Nací en el Reino Unido el 13 febrero de 1980. Me dedico a tratar pacientes con halitosis.

Desde muy pequeño he estado expuesto a la praxis médica. Mi madre es una médica eminente en la especialidad de Estomatología, y ha sido jefa de departamento en un hospital central. Me acuerdo de acompañarle a los congresos científicos desde mis 7 años de edad. Durante la adolescencia, después de terminar las clases, me quedaba hasta la noche en el centro médico que ella dirigía. Mientras esperaba que ella acabase de trabajar (a veces terminaba muy tarde ya que nunca cerró la puerta a ningún paciente), hacía mis deberes de casa en un pequeño despacho detrás de la recepción. Y escuchaba todo, descubriendo la importancia que tenía la labor de un profesional de la salud dedicado y humano en las vidas de los pacientes. Me marcaron las sonrisas que veía cuando los pacientes salían de las visitas. La gratitud demostrada a través de pequeños regalos: una caja de chocolates, un pollo, un dibujo…

Viví mi adolescencia en Algarve, Portugal. Mis padres me inscribieron en un colegio internacional. Querían que fuera un ciudadano global para poder comprender culturas distintas a la mía y poder conectar con cualquier persona, independientemente de su extracción social, de su origen o religión. Curiosamente, ellos no se imaginaban que llegaría a tener pacientes de más de 100 nacionalidades.

Entré en la facultad con 17 años. Había descubierto mi vocación médica a través de mi madre. Siendo ella una referencia en una ciudad con cien mil habitantes, me sorprendía que recibiera visitas de varios pacientes cuyo motivo ni siempre era para consultas médicas. A veces, solamente para compartir emociones, enseñar el nuevo miembro de la familia, anunciar una boda, buscar consejo, etc. Ella me enseñó a ser sensible al sufrimiento humano. Cercano. Análogamente, hoy sigo sus pasos a través de los constantes whatsapps que recibo de mis pacientes desde los cuatro cantos del planeta. O a través de la visita de ciertos pacientes que citan vacaciones en Barcelona para poder venir a verme años después de estar tratados. Los tiempos cambian pero la vocación no.

En la universidad he podido encontrar un manantial de información de modo a atenuar mis inquietudes y sed de conocimiento. Por el camino, más de 10 títulos académicos, entre másteres y doctorado. Siento la necesidad de superarme cada día. Estar mejor preparado para los retos y pacientes que proceden desde cada vez más lejos. La complejidad va aumentando a medida que mi trabajo va siendo reconocido.

Poco después de licenciarme, una visita a un congreso médico en Chicago determinó mi rumbo profesional. En el congreso de la ISBOR – International Society for Breath and Odour Research, me he deparado con una realidad. La de personas que se encuentran presas en un mundo de silencio y que imploran ayuda. Representan a los millones de personas que sufren esta enfermedad a nivel mundial. Al final, terminé por emocionarme e identificarme con cada una de ellas. Creo que en el fondo mis pacientes tienen miedo de perder algo esencial: la consideración y la proximidad de aquellos que aman. Son víctimas de la sociedad, y también de ellos mismos. Pronto descubrí que algunas de estas personas se encontraban también en mi entorno más inmediato.

Después de la vocación, vino la misión. La búsqueda constante en perfeccionarme en el diagnóstico y tratamiento de la halitosis me llevó a realizar estancias de investigación con expertos de todo el mundo, cada uno en su disciplina: otorrinolaringología, gastroenterología, etc.., todas relacionadas con la halitosis. Desde Chicago a Sevilla, São Paulo a Tel-Aviv, Dortmund a Tokio… Y, finalmente, la fundación de un instituto que es el abrigo seguro para los que huyen de esta patología.

Actualmente vivo en Barcelona. Es cosmopolita, innovadora, tecnológica. No obstante, cojo 3-4 vuelos semanales. Hace poco tiempo he alcanzado un sueño: poder tratar a cualquier persona que esté en cualquier parte del mundo. Ya no hay condicionantes geográficas para que pueda solucionar el problema de mis pacientes. Ya no mantengo la clínica abierta hasta las 23:00 porque el vuelo procedente de Buenos Aires que trae a mi paciente se retrasó.

Mi mayor logro: el no haber perdido la esencia; la vocación médica, la simplicidad de los procesos, la cercanía. Son ellas que sorprenden a mis pacientes al darse cuenta durante la visita que en Barcelona son las tres de la mañana o que trabajo los sábados. Muchos de los emails que recibo en el instituto destilan desespero. No obstante, verifico a diario que cuando llega la solución a mis pacientes, vuelve el sol a sus vidas. Soy afortunado, tengo una misión que da sentido a mi labor.

Hace poco tiempo, fui elegido por un periodista famoso a ser la figura internacional de “La Contra” de La Vanguardia. Aunque afortunadamente solo representa una minoría de mis pacientes, el titular elegido por él representa la hipérbole de mi misión.

La Contra - Dr. Jonas Nunes

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